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22 de abril de 2013

¿Quién defiende al aficionado?


Quizá porque el corazón tiene razones que la razón no entiende o quizá porque el buen orden siempre ha contado con reglas escritas y otras que no se escribirán nunca, porque forman parte de la naturaleza del ser humano; uno no acaba de entender el abuso y el egoísmo, la injusticia y el escarnio con el que los dirigentes del fútbol español pagan la ilusión, el esfuerzo y el cariño de sus aficionados.

En esta sociedad nuestra con tan peculiar y caprichoso reparto de esfuerzos y sacrificios, resulta que unos señores de chaqueta y corbata, generosos despachos y sonrisa abierta (esos que controlan los medios y utilizan los clubes como si fueran sus empresas, donde los goles se confunden con beneficios y los beneficios con prebendas), han decidido convertir el fútbol, aquel fútbol que fuera de clubes y no de sociedades anónimas, aquel fútbol de directivas y no de Consejos de Administración, de aficiones y no de accionistas, en un artículo de lujo.

Poco importan los recortes, los ERES o los millones de parados; poco importa que este país navegue en medio de la gran tormenta, porque el negocio, su gran negocio, siempre debe continuar.

El precio de las entradas en el fútbol español empieza a ser un insulto a la razón, la vieja teoría de hago lo que me da la gana, cuando me da la gana y como me apetece, es un ejemplo más de la utilización, sin control alguno, del que ha sido deporte del pueblo y que ellos han convertido en  deporte de sus negocios. Desde hace tiempo, España está a la cabeza de Europa en el precio de las entradas para poder ver fútbol con 53 euros de media por localidad, por 48 de Italia, 44 de Inglaterra o muy lejos de los 30 de Alemania. Precisamente en Alemania nadie entiende que las semifinales de Champions le cueste al aficionado español más del doble de lo que van a tener que pagar los seguidores alemanes y nadie entiende, ni en Alemania ni en España ni en Inglaterra ni en Japón, que en esta sinrazón económica en la que vivimos, las entradas para la final de Copa superen todos los registros, en sus precios, en la historia de la competición.

En tan cruel escenario, la pregunta es ¿Quién defiende al aficionado? ¿Quién le dice a Villar, a los presidentes de clubes y a la Liga Profesional: ¨Son ustedes unos desahogados, unos comerciantes sin escrúpulos de los sentimientos ajenos, que buscan el cobijo del seguidor cuando vienen mal dadas mientras lo cogen por el cuello,en las malas, y aprietan y aprietan hasta sacarles su jugo¨?

¡No hay derecho a lo que están haciendo! No es de recibo y alguien tiene que decirlo; están matando la gallina de los huevos de oro, aunque me temo que cuando llegue el momento, ahí quedará la maltrecha gallina, pero nadie podrá nunca encontrar, por mucho que lo intente, un solo gramo de oro en el corral.

Publicado en: eldiariofenix.com

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